A semejanza del bailarín, un boxeador es su cuerpo, y está totalmente identificado con él. Y el cuerpo está identificado con un peso determinado:
Aunque la vieja perogrullada según la cual un hombre grande siempre derrotará a un hombre pequeño ha quedado desmentida muchísimas veces (una de las ocasiones más célebres fue protagonizada por Spinks con su victoria contra Larry Holmes), suele suceder que un boxeador invita al desastre cuando pelea fuera de su categoría de peso, dicen: «puede subir pero es muy probable que no pueda llevar consigo su pegada». Hubo en una época en la que las distinciones entre pesos eran considerablemente burdas (estableciendo un paralelismo con las injusticias de la vida: como las disparidades de la mayoría de las peleas fuera del cuadirlátero). Sin embargo, ya en tiempos más modernos, los promotores del boxeo y las comisiones crearon una jerarquía de pesos verdaderamente bizntina a fin de reglamentar los combates actuales. En teoría, estas divisiones de peso tan finamente calibradas fueron creadas para evitar la desigualdad; en la práctica tienen el feliz efecto de crear muchos más campeones y con ello muchos más intentos lucrativos de alcanzar los títulos.
Efectivamente el ambicioso boxeador de nuestros tiempos espera no sólo ser un campeón, sino también un héroe inmortal del que todos hablen cuando los tiempos pasen; esto se debe a que el boxeador actual puede aspirar a múltiples títulos como Sugar Ray Robinson (campeón mundial welter y peso medio que intentó sin éxito arrebatarle el título de peso semi-pesado a Joey Maxim), Sugar Ray Leonard (campeón mundial de pesos ligero, welter y superwelter que intentó sin éxito subir a peso medio), Alexis Argüello (campeón mundial de pesos pluma, superpluma y ligero que aspiró al título de pesos superligeros antes de su retiro).
Para hacer su peso, el boxeador puede recurrir al ayuno o a vigorosos ejercicios en las fechas más próximas al combate, lo cual le aboca a sufrir graves trastornos; se han dado casos de boxeadores profesionales que tras haber perdido rápidamente mucho peso los días antes durante el combate casi pierden la vida, como por ejemplo Richie Sandoval (campeón WBA de peso gallo).
Cuando Michael Spinks marcó un hito en la historia del boxeo en septiembre de 1985, al convertirse en el primer peso semipesado que ganara el título de los pesos pesados, la prensa prestó tanta atención al cuerpo de Spinks como a su forma de boxear. Spinks había realizado lo que constituyó un tour de force del físico; con la ayuda de su entrenador y dietista había creado para sí un verdadero cuerpo de peso pesado: 91 kilos de puro músculo. En este sentido, que su adversario, Larry Holmes, le llevara en peso una ventaja de 9 kilos y pico tuvo poca importancia, pues Spinks no sólo había ganado peso: se había convertido en un nuevo cuerpo. Y conservó ese cuerpo nuevo y notable para la defensa de su título contra Holmes, combate que también ganó. En boxeo el fanatismo no puede ir más lejos.
